7. El libro blanco de...

Estimado lector:

En esta entrada trataré de explicar en qué consiste un "Libro Blanco", qué es el Libro Blanco de la profesión docente, su medida más destaca y otros asuntos que creo que pueden ser de tu interés.



Un "Libro Blanco" es un documento cuyo fin es explicar, resolver o proponer soluciones de un tema en concreto. En el caso del Libro Blanco de la profesión docente, lo que se aborda es el papel que este juega en la educación y cómo mejorar su formación; para ello, se presentan veinte propuestas.
Fue el Ministerio de Educación el que encargó la creación de este documento, y el filósofo José Antonio Marina quien se responsabilizó de su redacción.

Una de las medidas que más llama la atención es la que defiende que la duración de la formación de los docentes debería ser mayor -y de mejor calidad-. Por ese motivo, nació el DEP (Docentes En Prácticas) o MIR educativo; este modelo, a pesar de contar con pequeñas variaciones, está siendo aceptado por partidos de ambas ideologías.
Consiste en, una vez aprobados los grados que permiten acceder a la profesión educativa, examinar a aquellos alumnos que hayan demostrado aptitudes docentes de la prueba de acceso al DEP; la superación de dicha prueba permite al futuro profesor escoger, en función de la nota obtenida, el Centro Superior de Formación del Profesorado que desee.
Si el centro escogido por prestigio (o asignado) se encuentra fuera de su lugar de residencia, se podría optar a una beca de excelencia que ayude a cubrir los costes.
Al aprobar el máster, se procede a trabajar bajo el título de DEP en aquellos centros que hayan demostrado tanto su valía para poder formar a los docentes, como la valía de los profesores que supervisen a los Docentes en Prácticas.
Una vez terminada esta fase, se está habilitado para ejercer la docencia, a la cual se puede acceder a través de la prueba de acceso que marque la comunidad.

Si tenemos en cuenta la novedad -en el ámbito educativo- de esta propuesta, lo que debemos plantearnos es por qué no ha conseguido salir adelante. Por un lado, creo que la propuesta no ha prosperado porque no todos los que acceden al Máster en Profesor o a los Grados en Magisterio tienen vocación docente (en especial los primeros). Sin vocación, no solo no se esforzarían para acceder al Centro Superior, sino que, en caso de conseguirlo -porque lo ven como la única salida factible-, todos los años de formación que propone el DEP podrían suponer, para ellos, años perdidos.
Por otro lado, la profesión docente está cada vez más desprestigiada; quizá por este motivo se pueda llegar a pensar que no merece la pena invertir ni tanto tiempo ni tantos recursos en ella.

Otra cuestión que se plantea es la eterna pregunta: ¿se forma bien al profesor no universitario?
Por desgracia, creo que el profesorado no universitario sale tan bien formado como las ganas que tenga de aprender. Como ya he comentado anteriormente, el prestigio de esta profesión es cada vez menor; esto puede provocar que, o bien se pierda la ilusión, o bien se comience sin ella. Además, los contenidos son amplios y la profesión no termina de aprenderse del todo -al menos desde mi punto de vista- hasta que no te encuentras frente a los alumnos. Por ese motivo, a pesar de que las prácticas docentes curriculares son extensas, quizá no lo suficiente.
También considero que, a la hora de seleccionar al profesorado, es importante tener en cuenta sus resultados académicos -puesto que, a pesar de que estos no siempre se correspondan con la realidad de sus conocimientos, siguen teniendo gran importancia-, pero también su vocación docente y el desempeño en las prácticas. Estos dos últimos aspectos resultarían mucho más relevantes y fáciles de medir si se aplicara la propuesta DEP, ya que, como ya hemos visto, amplía el tiempo de formación considerablemente.

A veces caemos en el error de que el docente trabaja "por amor al arte", y a pesar de que se trate de una profesión donde la vocación sea fundamental, es lógico pensar que, como cualquier otro trabajador, lo más probable es que los profesores serían mejores si se les pagara más. Es lógico que, a pesar del compromiso que puedas llegar a tener con tu profesión, si con el paso del tiempo compruebas que no se te retribuye en proporción, decidas limitarte a trabajar en función de lo que te paguen. Pensar lo contrario puede provocar que caigamos en una romantización de la profesión, que a su vez puede devaluar el trabajo que se realiza. Evidentemente, si decides dedicarte a la docencia es por vocación, pero no para vivir del aire.

Por último, me gustaría destacar la segunda propuesta, pues es la que más ha llamado mi atención de las veinte que se plantean. Quiero centrarme en especial en las tres premisas finales:
1. Que las personas con más talento se interesen por la profesión docente,
2. Que esas personas reciban una excelente formación inicial y continua y,
3. Que su trabajo llegue a todos los alumnos y en todas las edades. Un sistema educativo
de alto rendimiento debe alcanzar esos tres objetivos.
Destacó porque, como persona que considera que hay que recuperar el valor social de esta profesión, buscar a las personas con más talento para ejercerla me parece un punto de inflexión muy importante. Además, y como apunte personal, tuve en cuenta que puede que yo, que me encuentro cursando el máster en la actualidad, podría no ser válida y me parecería totalmente justo.

Lector, espero que hayas aprendido de la lectura de esta entrada tanto como yo elaborándola.
Hasta la próxima.

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