17. Discapacidad no es no ser capaz

Hola, lector.

En la práctica de hoy se nos ha pedido que escojamos una discapacidad y hablemos un poquito de ella. ¿Estás listo?


El DRAE define discapacidad como "situación de la persona que por sus condiciones físicas o mentales duraderas se enfrenta con notables barreras de acceso a su participación social". 
Existen cuatro tipos de discapacidad:
  • Física o motora: es la que afecta a alguna o varias partes del cuerpo.
  • Sensorial: se refiere a las personas que han perdido su vista o su oído, así como a aquellas que presentan dificultades al comunicarse.
  • Intelectual: relacionada con déficits en el funcionamiento intelectual.
  • Psíquica: presenta trastornos en el comportamiento adaptativo, previsiblemente permanentes.
Mi objetivo en esta entrada es centrarme en esta última, pues al muchas veces no percibirse a simple vista -como en ocasiones también sucede con las intelectuales-, termina siendo la gran olvidada de las discapacidades.

Lo primero que debemos saber es que a las personas con discapacidad psíquica se les dificulta la integración en la sociedad debido a la estigmatización de las enfermedades mentales, a las dificultades de reconocimiento, pues como ya hemos dicho no se detectan a simple vista, y por la desinformación en torno a ella. Me resulta muy curiosa dicha desinformación si tenemos en cuenta que es bastante probable que, a lo largo de nuestra vida, todos o casi todos llegaremos a experimentar algún tipo de discapacidad psíquica o alguna enfermedad mental.

No debemos confundir la discapacidad psíquica con la intelectual, pues la primera no ve afectadas sus facultades intelectuales. Algunas patologías que pueden derivar en discapacidad psíquica son:
  • Alzheimer.
  • Autismo.
  • Epilepsia.
  • Esquizofrenia.
  • Neurosis incapacitantes.
  • Paranoia.
  • Psicosis.
  • TOC o trastornos obsesivos.
  • Trastornos de ansiedad extrema.
  • Trastornos bipolares.
  • Trastornos depresivos graves.
  • Trastornos neuróticos graves.
Estas afecciones presentan diversas consecuencias, como por ejemplo la pérdida de memoria o la dificultad para memorizar, la dificultad para mantener una conversación y, entre otros, la pérdida de muchas o de todas las relaciones interpersonales. Como no soy médico, no considero pertinente hacer ninguna recomendación al respecto de esta discapacidad; sin embargo, lo que sí que me atrevo a decir, es que las personas que padecen estas afecciones lo último que necesitan es ser juzgadas; lo que merecen es comprensión y atención, aunque resulte muy difícil para quienes les rodean (y lo es).

Si queréis ampliar un poquito más sobre los trastornos que pueden provocar la discapacidad psíquica, os recomiendo este vídeo: Psych2Go

¡Gracias, de nuevo, por leerme!

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