3. Mira, mamá, sin ganas

Ávido lector.

Desde la ilusión de nuestros pupitres creemos que somos capaces de salvar el mundo, y por ello se nos plantean problemáticas como las siguientes: cómo conseguir un gran pacto educativo, cómo implantar medidas para que las familias estén más presentes en la educación de sus hijos, qué inversión necesitaríamos para mejorar la educación, cómo mejorar la formación y la valoración social del profesorado, cómo recuperar la cultura del esfuerzo, qué medidas se deberían implantar para orientar mejor hacia el empleo o cómo conseguir mejorar la motivación de los alumnos.

Es precisamente en este último aspecto en el que yo, desde la ilusión de mi pupitre y creyendo que soy capaz de salvar el mundo, me quiero centrar.

                                                    @flavitabanana

Una de las mayores problemáticas que enfrentan los docentes, las familias y los alumnos es la falta de motivación en las aulas. Desde mi punto de vista, lo primero en lo que debemos centrarnos es en el nivel de implicación que tiene cada una de estas partes con la educación. A los alumnos debemos hacerles comprender la importancia de su presencia activa en las aulas; los profesores no son sus enemigos, sino sus guías. Sin embargo, en ocasiones, desde el núcleo familiar se reciben alusiones negativas respecto a la institución educativa o, lo que es aún peor, no se recibe ninguna. A su vez, esta falta de implicación por las otras dos partes, que se supone que deben formar equipo con el docente, generan en él angustia y falta de ganas por hacer su trabajo. Si no conseguimos que las tres partes colaboren, mejorar la motivación de los alumnos resulta en una tarea imposible incluso para el más implicado de los profesores.

Para que los alumnos comprendan la importancia de su participación en el aula, debemos conseguir que se sientan importantes; de hecho, lo son, pues constituyen el eje central de los intereses educativos. Debemos acabar con el miedo a no hablar por temor a equivocarse y con las humillaciones que en ocasiones se vive en las clases. La participación es fundamental si queremos no solo mejorar su expresión oral, sino también su autoestima por sentirse escuchados sin temor a equivocarse. No se trata solo de hablar, sino de hablar habiendo razonado y, en caso de resultar erróneo, aprender de ello para volver a intentarlo. Ellos son el eje y sin su colaboración no podemos avanzar.

Como docentes, nuestra misión también es hacerles sentir que sus opiniones, sus emociones y sus necesidades son válidas. Al igual que todos nosotros, ellos quieren ser escuchados; estar abiertos al diálogo ante sus problemas y sus dificultades no solo puede ayudarles, sino que también puede aumentar su motivación. Al menos de esta manera quizá cojan el camino hasta el instituto con un poco más de ilusión.

Otro de los aspectos que debemos tener en cuenta para mejorar la motivación en los alumnos es su capacidad y derecho de usar la imaginación y enseñarles que aprender puede ser divertido. A todos nos gusta la libertad, ¿por qué no dejarles a ellos, siempre que sea posible, escoger de qué tema quieren hablar o en qué aspecto relacionado con la asignatura en cuestión quieren centrar su trabajo? Investigar sobre un tema que nos interesa siempre se hará con más ganas. Por eso, como ya he apuntado, si es posible dejarles este tipo de licencias, no deberíamos dudarlo ni un segundo. Al fin y al cabo, ya pasan la mayoría de las horas escuchando sobre materias que, aunque sean igualmente importantes, ni interesan ni motivan.

La motivación también puede mejorar si les hacemos comprender que lo que aprenden es útil y está presente tanto en el mundo real como en su mundo interior. De las aulas pueden extraer no solo enseñanzas teóricas, sino también prácticas que les sirvan como trabajadores y como personas completas y felices con gustos personales que les ayudan a evadirse de sus posibles problemas.

Por último, me gustaría destacar la importancia de que los alumnos vean que te apasiona lo que enseñas. Tu motivación quizá no les motive, pero tu desmotivación seguro que les hunde. Por eso a veces, en los momentos más duros, no se trate tanto de motivar, sino más bien de fingir que tú, que estás dando la cara todos los días ante ellos, estás ilusionado con lo que haces. Al fin y al cabo, mañana será otro día, o eso dicen.

¿Y a ti, lector, se te ocurre alguna otra manera de mejorar la motivación en los alumnos?

Comentarios

  1. ¿Crees que los libros de texto se hacen monótonos para los docentes y se desmotivan ellos mismos? (fan de Flavita Banana)

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    1. ¡Hola, Inés! Gracias por tu pregunta.
      Creo que depende de la filosofía con la que los utilices. Al final (y hablando evidentemente desde la inexperiencia total y absoluta) me parecen una herramienta súper útil tanto para los profesores como para los alumnos. Si puedes adaptarlo a los contenidos que quieres dar y a cómo darlos, plantean (o así lo considero en lengua y literatura) actividades, textos y debates que pueden situar al alumno en el centro de la enseñanza. (Flavita es maravillosa, tiene recursos para todo)

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